A los seguidores de la versión digital del periódico The Times no les habrá hecho ninguna gracia enterarse de que el periódico inglés acaba de estrenar su edición de pago. Si esta iniciativa tiene éxito, el efecto cadena al resto de ediciones digitales parece inevitable.
Ahora también la información va a tener canon. A muchos les sienta muy mal no poder ver una película gratis por la Red pero una expresión indiferente se atisba en sus rostros cuando les dicen que a lo mejor van a tener que pagar por tal o cual noticia de un periódico en Internet. Será porque información hay a montones y contada de cien maneras y películas de Torrente sólo una. Y al no ser que los contenidos de cualquier medio de pago sean absolutamente inéditos, originales o novedosos nadie va a querer pagar por ellos porque se irán a buscarlos a un sitio donde no cueste nada.
Tampoco hay que olvidarse de la figura del internauta. Ese sujeto anónimo y omnipresente cuyo espíritu visionario y de fraternidad nada tiene que ver con el vasto y aséptico ánimo de lucro de la gran empresa – aunque habría que ver qué pasa con ese espíritu si alguno de ellos se convirtiera en creador de algún libro, canción o película-. Su impacto mediático en la esfera pública podría resultar más que molesto a todos aquellos que quisieran introducir medios de pago en la red. Al internauta no le gusta que le obliguen a pagar sin que se le pregunte, en todo caso, podrá donar altruista y solidariamente cierta cantidad de dinero a tu página web por tu trabajo de investigación sobre lo caro que es el coche oficial de Gallardón.
| Coche oficial del alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón |
Veremos a ver en qué termina todo este embolao cibernético. Porque a estas alturas, eso de que a uno le vayan a cobrar por la información en la red es un cachondeo que huele más a fracaso que a éxito, y que pretendan que uno coma, viva y trabaje con unas cuantas donaciones virtuales esporádicas e inciertas, es además de un gran fraude una gran pena. Por Sara Molina
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